Rusia matiza la información de Kiev y asegura que fue un misil balístico hipersónico sin carga nuclear llamado Oreshnik
Ucrania revela que el misil intercontinental ruso no iba cargado con un ojiva nuclear, pero es una advertencia
Rusia dispara por primera vez un misil balístico intercontinental contra Ucrania durante la guerra tras el lanzamiento de misiles británicos
En una clara advertencia, Rusia ha lanzado esta mañana su primer misil intercontinental contra el centro de Ucrania. El proyectil realizó un vuelo de unos 1.000 km, mucho menos que el alcance estándar de los misiles intercontinentales. Se trata del RS-26 Rubezh, considerado una de las piezas clave en la estrategia nuclear de Rusia. Este misil balístico intercontinental, diseñado para lanzamientos desde plataformas terrestres móviles, ofrece capacidades que lo diferencian de otros ICBM en la actualidad y lo posicionan como una amenaza significativa en caso de conflicto.
Moscú, en cambio, ha dicho que no se trata de un misil intercontinental. Por la noche, en Moscú, Vladimir Putin dijo en un mensaje a la nación que el ataque ruso contra Ucrania, pero aseguró que fue con un misil balístico hipersónico sin carga nuclear «Oreshnik» del que apenas se tienen datos. Explicó que de esa manera se probó en condiciones de combate «uno de los novísimos sistemas de misiles rusos de medio alcance». Putin explicó que estos misiles atacan objetivos a una velocidad de 2,5 o 3 kilómetros por segundo y los modernos sistemas de defensa antiaérea en el mundo no pueden interceptarlos.
El RS-26 Rubezh tiene un alcance aproximado de entre 5.800 y 6.200 kilómetros, menor que el de otros ICBMs tradicionales, lo que permite enfocarse en objetivos estratégicos de alcance medio o intermedio. Aunque no cubre la totalidad de los objetivos potenciales de otros misiles de mayor alcance, su diseño le otorga una flexibilidad táctica considerable para el contexto euroasiático.
Uno de los atributos más relevantes del RS-26 es su velocidad. Este misil puede alcanzar velocidades hipersónicas, superando múltiples veces la velocidad del sonido y complicando enormemente su interceptación. Además, el Rubezh incorpora un sistema de maniobras en vuelo que le permite variar su trayectoria de forma impredecible, lo que dificulta que los sistemas antimisiles puedan rastrearlo y neutralizarlo antes de que alcance su objetivo.
Esta combinación de velocidad y maniobrabilidad convierte al RS-26 en una herramienta de gran valor estratégico para Rusia, ya que podría penetrar las defensas de países con sistemas antimisiles avanzados, como Estados Unidos o sus aliados europeos.
El RS-26 Rubezh es capaz de portar varias ojivas nucleares independientes, lo que le permite dividir su carga y atacar múltiples objetivos simultáneamente. Esta tecnología incrementa significativamente su potencial destructivo, pues cada ojiva puede ser dirigida a un blanco diferente, o concentrarse en un único objetivo para asegurar su destrucción.
A diferencia de otros misiles de combustible líquido, el RS-26 Rubezh utiliza un sistema de propulsión de combustible sólido, lo que permite un despliegue más rápido y flexible. Además, este misil puede ser transportado en lanzadores móviles, lo que otorga a las Fuerzas Armadas rusas la capacidad de cambiar su posición y evitar ser detectados, añadiendo una capa de dificultad para quienes intenten rastrear sus ubicaciones.
El RS-26 Rubezh es parte de la respuesta de Rusia al desarrollo de sistemas de defensa antimisiles en Europa y Estados Unidos. En un contexto de mayor vigilancia y capacidad defensiva de sus rivales, Moscú ha optado por desarrollar armas que puedan superar o burlar esas barreras. Está diseñado precisamente con ese objetivo en mente: asegurar que, incluso ante un avance en la tecnología de defensa, Rusia mantenga una capacidad de ataque nuclear efectiva y disuasiva.
A lo largo de los años, el desarrollo del RS-26 ha estado rodeado de secretismo. Aunque informes recientes sugieren que el programa pudo haber sido suspendido temporalmente para dar prioridad a otros proyectos, el RS-26 sigue siendo un símbolo de la avanzada capacidad armamentística de Rusia y de su intención de mantener una disuasión nuclear sólida frente a cualquier amenaza.
En un escenario de creciente competencia entre potencias nucleares, el RS-26 Rubezh ilustra la postura de Rusia en mantener una capacidad ofensiva flexible y moderna. Su diseño, capacidad de evasión y movilidad apuntan a que Rusia busca asegurar que su arsenal nuclear pueda adaptarse a los desafíos de la guerra moderna, con un ojo puesto en los sistemas antimisiles occidentales y la capacidad de reacción rápida en cualquier momento de tensión.