Los Dallas Mavericks sucumbieron (107-89) tras un primer cuarto en que los de Boston lograron una ventaja insalvable
Las finales de la NBA han empezado con un directo de los Celtics a la mandíbula de los Mavericks. Con la reaparición estelar de Kristaps Porziņģis, los de Boston se escaparon en el primer cuarto del partido (37-20) y la fiesta se adueñó del TD Garden como si la victoria fuera inevitable. El regreso del pívot letón y la gran defensa liderada por Jrue Holiday marcaron la diferencia. En los Mavericks, Luka Dončić se quedó muy solo, pues Kyrie Irving estuvo incómodo toda la noche, entre los silbidos de una afición que le odia. Hubo ambiente, pasión y alegría en el primer partido de la final, que se juega al mejor de siete. Faltó emoción, algo de drama.
El partido se pareció mucho más a lo que había imaginado Joe Mazzulla, el joven y calculador entrenador de los Celtics, que a lo que quería Jason Kidd, el técnico de los Mavericks. Las transiciones entre defensa y ataque, las rotaciones en la cobertura de Dončić e Irving y las ayudas defensivas impidieron a los bases de los Mavericks ejercer ese papel de quarterbacks que su entrenador les adjudica. Aunque el ataque siempre se lleva los focos, gran parte del triunfo de los Celtics se logró en defensa. Los de Dallas llevaban siete partidos de postemporada consecutivos con al menos 100 puntos y en ninguno de los 17 disputados hasta este jueves se habían quedado en menos de 90. Y no alcanzaron los 25 puntos en ninguno de los cuatro cuartos, algo que no había ocurrido en toda la temporada.
Porziņģis, el pívot letón de los Celtics, es una pieza clave en el esquema de Mazzulla. Los de Boston han tenido buenos resultados sin él, pero las alternativas que permite tanto en defensa como en ataque son capaces de transformar al equipo como este jueves. El partido había empezado con el jugador en el banquillo, tras semanas apartado del equipo por una lesión muscular. Los aficionados de los Celtics le dedicaron sus mejores ovaciones en el calentamiento, sabedores del salto cualitativo que dan los suyos cuando participa el jugador llegado a principios de temporada desde los Wizards de Washington.
Intercambio de golpes
El combate empezó con un intercambio de golpes y cuando Porziņģis saltó a la cancha tras casi cinco minutos del primer cuarto, el resultado era de 12-11 para los de Boston. Su entrada en juego fue una bendición para los locales. Sus centímetros imponían en defensa y estuvo inspirado en ataque. Los Celtics se escaparon 28-18 después de ocho puntos consecutivos, un tapón y dos rebotes de Porziņģis. Se fue al descanso con 18 puntos. Mazzulla pudo permitirse dosificarlo. Lo necesitará de nuevo en el segundo partido.
El 37-20 del primer cuarto se hizo demasiado cuesta arriba para los de Dallas. Los Celtics habían logrado casi noquear a sus rivales sin que su mayor estrella, Jayson Tatum, sumase apenas puntos. El ala-pívot cerró el primer cuarto con una sola canasta tras casi nueve minutos sin lanzar siquiera al aro, algo impropio para un jugador que dispara sin cesar.
En el segundo cuarto, la diferencia llegó a ser de un 58-29 casi humillante para los de Dallas. Todo les funcionaba a los locales, tanto en ataque como en defensa, donde Jrue Holiday torturaba a Kyrie Irving mientras el resto del equipo se turnaba con Dončić.
La ventaja era tanta que los Celtics bajaron la guardia y a poco lo pagan caro. Hubo un momento en que Dallas pareció levantarse. A la vuelta del descanso, con unos Celtics excesivamente relajados, Dončić afinó el punto de mira y empezó a percutir con entradas a canasta y triples. Los Mavericks lograron un parcial de 9-22 en esa vuelta a la pista. A falta de cuatro minutos y medio del tercer cuarto, la diferencia se había reducido a ocho puntos (72-64). Mazzulla pidió tiempo muerto, puso a Holiday a secar al esloveno y una extraordinaria reacción local permitió que el tercer parcial se cerrase solo con 23-24.
“Me gustó cómo manejamos su racha”, dijo Mazzulla al acabar el partido. “[Las rachas] van a suceder, no vas a parar eso. Solo tienes que tener el aplomo y la dureza para superarlas”, añadió.
Minutos de la basura
Los Celtics entraban así en el tramo final del partido con 20 puntos de diferencia (86-66) y les bastó con no relajarse. Sus estrellas, Jayson Tatum y Jaylen Brown, fueron sumando puntos al ralentí, junto con un cumplidor Derrick White. Mediado el último cuarto, los Mavericks dieron por perdido el duelo y empezaron a pensar en el segundo partido. Dončić e Irving se fueron al banquillo y luego los Celtics empezaron a jugar también con los suplentes los minutos de la basura.
Luka Dončić cerró el partido como mejor anotador, con 30 puntos, a los que sumó 10 rebotes, pero solo una asistencia. Las asistencias son una estadística peculiar, pues dependen del acierto del compañero que lanza a canasta. En la noche de este jueves, sin embargo, lo que ocurrió es que los Celtics fueron capaces de cerrar muchas de las líneas de pase que el esloveno logró abrir una y otra vez en la final de la Conferencia Oeste contra los Timberwolves, sin ir más lejos. Y su puntuación fue alta, pero con una mala serie de 12 de 26 intentos, incluidos 4 de 12 triples, pues casi nunca pudo tirar cómodo. “Juegan sobre todo uno contra uno y envían mucha ayuda”, explicaba al acabar el partido el escolta de los Mavericks su única asistencia.
Kyrie Irving se quedó en solo 12 puntos, en una lamentable serie de 6 canastas de 19 intentos, incluidos 0 de 5 en triples. No está claro si no pudo superar la presión ambiental (es el enemigo número uno en el TD Garden) o la defensa de Holiday. Quizá fueron más bien ambas cosas. En general, los de Dallas estuvieron fallones desde la línea de tres puntos, con solo 7 triples de 27 intentos, en gran medida porque tuvieron pocos lanzamientos cómodos.
Por parte de los Celtics, el máximo anotador fue Jaylen Brown, con 22 puntos en 37 minutos, pero fue Porziņģis con sus 20 puntos en 21 minutos el que marcó la diferencia, con una serie de 8 de 13 canastas en tiros de campo. Tatum sumó 16 puntos, 11 rebotes y 5 asistencias en 42 minutos, muy por debajo de su promedio. Derrick White (15 puntos), Jrue Holiday (12) y Al Horford (10) diversificaron la anotación. Lo que más alabó Mazzulla al acabar el partido fue la defensa: “Creo que nuestra mentalidad defensiva, nuestra ejecución defensiva, nuestro plan de juego defensivo, nuestro posicionamiento, teníamos las intenciones correctas, y creo que hemos jugado físicamente, en su mayor parte, defendiendo sin hacer faltas”, explicó.
Los Celtics ganaron su octavo partido consecutivo, estableciendo un nuevo récord del club de victorias seguidas en unos playoffs, por encima de las siete de la postemporada de 1986, con un tal Larry Bird como estrella local.
Tuvo más emoción el himno entonado por la cantante Michelle Brooks-Thompson al empezar la noche que el final del partido. Una diferencia de 18 puntos sin forzar la máquina es una gran noticia para los de Boston. Dallas tendrá que corregir muchas cosas para poder competir en esta final.