Aunque localidades de Long Island han aprobado restricciones a llevar el rostro cubierto, en la Gran Manzana el tema tiene posiciones encontradas
Delincuentes con el rostro cubierto estarían aprovechando el ocultamiento de sus identidades a la hora de cometer sus fechorías, como aseguró el dominicano Rogelio Martínez, quien hace un par de meses afirma haber sufrido un robo en el Alto Manhattan, perpetrado por dos sujetos que usaban pasamontañas.
“Me atracaron con un cuchillo y por más que yo quiera buscar a los asaltantes es casi imposible, porque no puedo describir cómo eran, y si mirara las cámaras, solo vería a dos personas con la cara tapada. Es una conducta que les funciona para robar sin ser descubiertos”, relató el joven inmigrantes.
Bodegueros neoyorquinos también denuncian que un “modus operandi” de los asaltantes que roban en sus tiendas es el uso de capuchas y máscaras.
Aunque municipalidades a las afueras de la Gran Manzana, como el condado de Nassau, en Long Island, acaban de aprobar una ley que prohíbe cubrirse el rostro, a raíz de actos violentos perpetrados por personas encapuchadas en manifestaciones, en la Gran Manzana el panorama luce dividido.
A diferencia de la movida de los suburbios neoyorquinos, donde líderes republicanos como el legislador Howard Kopel afirman que la nueva normativa responde a “incidentes antisemitas, a menudo perpetrados por personas con máscaras”, desde el pasado mes de octubre, las autoridades neoyorquinas y los representantes legislativos tienen posturas encontradas.
La Administración Adams ha mostrado su preocupación ante hechos violentos cometidos por personas con máscara a las que resulta más difícil de encontrar, y ha dejado ver su interés en buscar mecanismos que permitan seguir los pasos de los vecinos, pero en el seno del Concejo Municipal, la postura es muy distinta.
Así se lo dejaron ver a El Diario NY voceros de la Alcaldía y del organismo legislativo consultados sobre una eventual prohibición del uso de máscaras, y aunque ambos coinciden en la importancia de mantener las cubiertas faciales por motivos de salud, ambos no están en la misma sintonía.
“El alcalde Adams ha sido claro en que, con demasiada frecuencia, vemos a personas que se esconden detrás de máscaras y cometen actos de odio violentos, destructivos e inaceptables. El Alcalde cree que debemos respetar a quienes realmente usan máscaras de buena fe para proteger su salud, al mismo tiempo que detenemos a quienes simplemente se esconden detrás de las máscaras mientras intimidan y amenazan a otros o vandalizan la propiedad”, mencionó un vocero de la administración municipal, tras advertir que seguirán buscando vías para echar a andar el freno a las capuchas en el rostro.
“Continuaremos trabajando con nuestros socios a nivel de la Ciudad y el Estado para determinar si existe un camino legal para prohibir el uso de máscaras cuando no se usan por razones de salud”, agregó el representante de la Administración Adams.
Por el lado del Concejo, un portavoz de ese organismo aclaró que hasta el momento no se llevado la preocupación a la cámara legislativa de manera formal, pero dejaron en claro que la principal prioridad del uso de las máscaras debe ser la salud pública.
“Dentro del Concejo no ha habido discusiones formales ni se ha presentado ninguna legislación sobre este asunto de la prohibición de las máscaras. Además de las cuestiones constitucionales, existen importantes preocupaciones de salud pública con respecto a desalentar o prohibir el uso de máscaras en público en un momento en que las tasas de infección por COVID están aumentando”, advirtió el vocero del Concejo Municipal, dejando ver que no hay apoyo a la posibilidad de que se prohíba el uso de cubrebocas. “En la práctica, hay muchas consideraciones que nos ayudan a mantener a todos los neoyorquinos sanos y seguros, que es nuestra prioridad”.
Los ciudadanos de a pie también parecen tener el mismo tira y afloja, pues mientras algunos aseguran que prohibir el uso de máscaras podría servir para desalentar actos violentos y delitos, otros temen que sirva para coartar la libertad de expresarse en manifestaciones e incluso pudiera poner en riesgo la salud.
“Yo sí apoyo que prohíban el uso de máscaras que cubren todo el rostro, no los tapabocas, porque eso es diferente y eso es necesario para evitar que se propaguen enfermedades como el COVID, pero sí deberían prohibir que haya gente con toda la cara tapada. Eso ya genera desconfianza”, comentó el colombiano Hernán Gómez. “Hace unos meses yo iba en el metro y vi como un grupo de más de 15 muchachos se montaron al metro con capuchas y detuvieron el tren y nadie pudo hacer nada”.
Zoraida Mendoza, originaria de México, mostró una postura contraria y dijo oponerse a que se levante el uso de máscaras, porque considera que saldría “más caro el remedio que la enfermedad”.
“No creo que haya que prohibir que se usen máscaras, además hay gente que después del COVID hasta por asuntos mentales y de miedo a la gente prefiere usarlas, lo que sí creo que es las autoridades deberían hacer mayor presencia en vecindarios, para arrestar a los delincuentes, y endurecer las leyes para los rateros y asaltantes, tengan o no tengan máscaras”, comentó la madre de familia.
En el caso de Nassau, el ejecutivo Bruce Blakeman, firmó la legislación, que calificó como un “proyecto de ley que protege al público”, y convierte en un delito menor punible con hasta un año de cárcel y una multa de $1,000 que cualquier persona use una cubierta facial para ocultar su identidad en público. Para mostrar balance la norma exime a las personas que usan mascarillas “por motivos de salud, seguridad, religiosos o culturales, o para la celebración pacífica de un día festivo o evento religioso o cultural similar para el que se usan mascarillas o cobertores faciales habitualmente”.